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HOMENAJE A MIGUEL GUTIÉRREZ

Publicado: 2016-07-14


HOMENAJE AL MAESTRO GUTIÉRREZ

En la ciudad de Piura, donde el sol asoma desde que cae la madrugada, nació Miguel Gutiérrez Correa, el 27 de Julio de 1940. Los que hacen literatura, o la estudian, saben que esa tierra con aroma de aroma a algarrobo, de vientos cargados de costales de arena, de gente de diversidad étnica y cultural; de leyendas que se mezclan con la realidad, y de movimientos sociales intensos en el sector urbano o rural, posee posé una fuerza que inspira a hacer buena literatura. Y Gutiérrez es una muestra de lo que decimos.

Quien conozca su obra y haya crecido en Piura sabe, por ejemplo, que en El Viejo Saurio se Retira (1969) es la historia de un adolescente de un colegio que tiene nombre propio: Salesiano; que aún existe a la orilla del río; que el Puente Viejo, que el escritor utiliza como uno de los escenarios de la novela, existió, y que se fue cuando la artritis que viene con los años carcomió sus maderos; que los curas eran identificables y que el profesor Albán, brillante conocedor de la literatura y de palabra cálida, fue un docente paradigmático -como decimos ahora- y un apasionado militante del MIR.

En Hombres de Caminos, la temática y el aire que se respiran en la novela corresponden al ambiente rural de Piura. Los hombres que acechan los caminos viven al margen de la ley y han decidido no solo apartarse del orden establecido, sino desafiar el sistema que se vertebró desde la casa-haciendas y los gamonales cercaron con púas y maldades. Ello no impidió que hombres como Domador y Pasión López, aparecieran para cobrar revancha en nombre de los débiles. Incluso, Ya en pleno siglo XX, un remanente de carne y hueso, Froilán Alama, mantuvo en zozobra el orden regional.

Gutiérrez no se quedó en Piura. Al Igual que Marco Martos, y mucho más antes Francisco Vegas Seminario, el autor de El Taita Yoveraqué, migraron. Dejaron el terruño y se instalaron lejos de la estancia querida. Gutiérrez, igual que Oswaldo Reynoso, se convirtió en escritor no solo comprometido sino militante de una causa transformadora y liberadora.

Empezó su camino docente en Lima. Como la mayoría de los escritores, no vivió de las editoriales ni de su literatura. Ejerció la cátedra en diversas universidades públicas. En Lima fue docente en "Enrique Guzmán y Valle - La Cantuta", y en Ayacucho, en "San Cristóbal de Huamanga". Fue miembro del Grupo Narración, que aspiró a una literatura que fuera más o menos ubicándose, no como copia sino como necesidad, a lo que recomendaba el Foro de Yenán, que Mao trazó para los escritores y artistas para China, en el periodo de la gran marcha.

Y entre docencia y literatura, acompañadas ambas de pasiones ideológicas, fue haciendo una obra que, como pocas, no solo es creación, sino testimonio de vida de un hombre que nos habla de un país que siempre estuvo marcado por la violencia, incluso desde antes de la llegada de los heraldos invasores, con sus vicios y su voracidad.

De sus obras y de sus ensayos no daremos detalles en este breve artículo de homenaje. Nos basta decir que en su novela La Violencia del Tiempo se reflejan los conflictos estructurales: no sólo económicos, sino sociales e interétnicos. Que sus temas posteriores tengan en Sendero Luminoso un fenómeno recurrente, tuvo que ver con su vida y sus convicciones, que este escriba no comparte pero que siempre respetará.

Su última obra, que nos deja es Kymper. Trata de la vida de un perseguido por el poder emparentado con los criminales del "Comando Rodrigo Franco", la tenebrosa organización que creó Mantilla con la bendición de un Papa mofletudo con muchas deudas por saldar; por Sendero, que debe someterlo a un juicio popular; y por su propia familia. Tres fuerzas contra un Kymper, que huyendo, moviéndose de un lugar a otro; el autor aprovecha al máximo para mostrarnos al Perú contemporáneo de manera desgarradora e integral.

Se fue el Maestro. Nosotros nos quedamos aún, hablando y escribiendo de su vida y de su obra. Lo recordamos cuando volvía a Piura, cuando íbamos a buscarlo los bisoños escritores en ciernes. Nos recibía con amabilidad en la Cafetería Brasil -que ya no existe- y que quedaba a mitad del camino entre el Puente Viejo y La Mangachería.

Maestro, vaya no más, pero, dejamos constancia que nos hará falta.


Escrito por

Julio Yovera

Natural de Catacaos, Perú. Es docente investigador en temas de educación, cultura y literatura Ha publicado libros de poesía. Ama la vida.


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