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ASODACAROSIO, UN MODELO DE ORGANIZACIÒN VECINAL EN CHOSICA

Publicado: 2017-02-02



En el Perú republicano no hubo una planificación que le permitiera a las clases dominantes articular los espacios territoriales con la población. Hasta mediados de la década del 50 del siglo pasado, predominó el sector rural. Sin embargo, en los 60, la población rural empieza a emigrar a la ciudad y se produce eso que Mattos Mar llamó desborde popular. Fenómeno que se agudiza en las décadas de los 80 y los 90, cuando las poblaciones rurales se trasladan a las ciudades por efecto de la miseria que el campo representaba y por efecto del conflicto armado interno.

En el caso del distrito de Lurigancho, Chosica, la vieja y solariega villa del sol se convirtió en una asentamiento humano vasto y ubicado en cauces de quebradas. Nadie, excepto los especialistas, sabía que eso era una bomba de tiempo, menos cuando las autoridades locales carecieron de visión de desarrollo, y capacidad de planificación, y, en el caso específico de las quebradas y huaycos, solo aprendieron a actuar “después del desastre”. A inicios de los 90 se instaló en el gobierno local Luis Bueno y construyó un aparato que le sirvió y le sirve a sus intereses de grupo, y que no ha podido ser derrotado por la visión estrecha a una oposición que solo aparece improvisamente en periodos electorales.

De otro lado, los fenómenos naturales son cada vez más intensos y devastadores. Es muy poco lo que se ha hecho para mitigarlos. Cierto es que este fenómeno no es exclusivo del distrito. Son regiones enteras las que sufren la furia de la naturaleza, lo que ha llevado al Estado a conformar entidades que la enfrenten CENEPRED, INGEMMENT, ANA, Defensa Civil, además de las autoridades locales y regionales. Lo lamentable es que, no obstante que estos hechos se intensificaron a partir de los 80, no se les ha enfrentado.

La nomenclatura que clasifican estos fenómenos es, en resumen, la siguiente: zona de riesgo mitigable y zona de alto riesgo no mitigable. En el año 2012, la autoridad central dio la Ley Nº 29869, que legisla el tema de lo que se llama Reasentamiento Poblacional. Es con este motivo que se ahondó la confrontación entre el Gobierno Local y los moradores que defendían su derecho a la vivienda.

Las políticas de reasentamiento son decisiones técnicas de la Autoridad Nacional del Agua, se hacen sobe un estudio que termina indicando el curso y el ancho de lo que se denomina la “faja marginal”. Es en esto donde surge el primer problema con las poblaciones de la Quebrada Carosio. El alcalde Bueno, con el argumento de la calificación de que la zona era de alto riesgo, dio con el aval de sus regidores, una Resolución por la que disponía desalojar a la población adyacente pero no en curso de la Quebrada Carosio. Cuando se le inquirió por el Plan de Reasentamiento pudimos darnos cuenta que carecía del más mínimo soporte jurídico y técnico que hiciera viable su decisión.

Se negó en todo momento a dialogar (requisito que establece de modo claro la Ley de Reasentamiento) con los dirigentes elegidos democráticamente que por entonces habíamos formado una persona jurídica de derecho privado: la Asociación de Damnificados y Afectados de la Quebrada (ASODACAROSIO), y empezamos hacer gestiones para mitigar la quebrada. Se han hecho obras importantes bajo la responsabilidad del Gobierno Central: los diques y las barreras dinámicas, que comparativamente, son de mejor cimentación que las hechas de manera improvisada por la autoridad local.

Y lo más importante: esta experiencia despierta interés en toda la comunidad, pues hasta ahora, gracias a estas barreras dinámicas que construyeron las empresas TCG y DESNIVEL, las rocas quedan atrapadas en las mallas metálicas y solo baja agua. Asimismo, tenemos instalados sensores, un sistema de alerta temprana, que fue un aporte de entidades como Soluciones Prácticas y tenemos vigilancia permanente para que ningún desadaptado haga de las suyas.

Las circunstancias han obligado a desplegar la iniciativa de los pobladores, a encontrar formas de organización ágiles, a desarrollar métodos democráticos donde hacen valer sus derechos y asumen sus responsabilidades. La confianza mutua es un valor fundamental que fortalece la unidad comunitaria. Se da en los hechos la célebre frase de Dumas: Uno para todos, todos para uno.

Sin organización surgida desde la población esto no habría sido posible. Todo cuanto hacemos pasa por acuerdos de las Asambleas Vecinales de los pueblos de Buenos Aires, los damnificados de Moyopampa y de María Parado de Bellido.

Allí se informa, se debate, se analiza y se toman acuerdos. Cada uno tiene una responsabilidad. Y si antes el alcalde era visto como una autoridad eficiente y capaz porque repartía alimentos y cemento a diestra y siniestra, hoy ya no puede engañar como antes Situación que explica su encono y su una fijación enfermiza contra estas poblaciones. Largos años de gobierno local y este señor no ha podido, no decimos resolver, sino por lo menos mitigar los problemas de la naturaleza. Y le resulta imposible: el 80 % del presupuesto del gobierno local se designa a gastos corrientes, vale decir al pago de la burocracia y sus privilegios.

Las pocas veces que la autoridad local ha metido la mano, ha sido para hacer daño. En el 2015, su negligencia hizo que la empresa Copahua, causara una tragedia. Nuestros pueblos parecían ciudades bombardeadas del Medio Oriente. Con el apoyo de efectivos de las Fuerzas Armadas, desenterramos nuestras casas de los escombros y la recuperamos. Que sepamos, la autoridad local jamás emplazó a la empresa.

Otras intervenciones del municipio lo constituyen la construcción de la pista de concreto de la calle Miguel Grau, curso del huayco de la quebrada Carosio, convirtiéndola en un elemento sumamente peligroso y que ha causado destrozos a las viviendas de la parte baja. Llama la atención que el municipio efectuara dicha obra dejando de lado el proyecto elaborado por la propia municipalidad en 2001 en consenso con la población, denominado: “Empedrado de la Calle Miguel Grau Curso de la Quebrada Carosio”. En la misma línea de desatino y derroche de recursos en el año 2016 construyó dos paredes laterales achicando el ancho de la quebrada y que no sirven al propósito de amenguar la fuerza del huayco y muy por el contrario le confieren una mayor fuerza destructiva. A estos desatinos hemos tenido que enfrentar y también a fuerzas destructiva de la naturaleza.

Mucha gente se pregunta: ¿por qué no nos vamos a una zona segura? Nosotros respondemos: ¿A dónde? El Perú ya no es tan ancho pero sí más ajeno. Creemos que la ciencia y la técnica deben estar al servicio del hombre, de la vida de los pueblos. Consideramos que si estabilizamos la parte alta con diques y barreras, y, después, pasamos a la forestación de especies nativas, las personas pueden estar seguras y mejorar su calidad de vida.

Algunos opinan que mitigar es muy costoso, pero, con nosotros o sin nosotros, las quebradas, y ésta en particular, van a tener que tratarse. No olvidemos que la Quebrada Carosio esta es la ruta de entrada y salida a Lima y al centro andino y amazónico.

Una cuestión final. La vida es nuestra maestra, la que nos pone a prueba. Si tenemos una visión del país, de la región y de la localidad, si sabemos fusionar a la población en función de sus intereses, si asumimos con firmeza sus demandas, la gente va confiar en sus dirigentes

La mejor experiencia que hemos tenido hasta ahora es la de haber preparado a la población para que pueda liderar, gestionar, organizar. No sabemos aún el resultado de esta experiencia, pero hasta donde se ha avanzado ha despertado simpatías hacia una población castigada por la naturaleza y la indiferencia de sus autoridades.


Escrito por

Julio Yovera

Natural de Catacaos, Perú. Es docente investigador en temas de educación, cultura y literatura Ha publicado libros de poesía. Ama la vida.


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